Tristan nunca ha creído en los fantasmas.
¿Quieres encontrar al espectro? ¿Quieres desvelar tú sus secretos? Te diré lo que me dijo mi maestro, lo que le dijo su maestro a él. Guárdate del ser, del demonio, del ángel, porque no importa si procede del Cielo o del Infierno: en cuanto tus ojos se posen sobre él, tu voluntad le pertenecerá para siempre. Pues es imposible verlo y no caer en su maldición, y ha plagado los sueños de los hombres desde el origen de los tiempos. Todo el que tuvo la desdicha de escuchar su grito fue incapaz de dejar de oírlo hasta el día de su muerte. Todo el que vio su figura arrodillada, como un santo ante el cuerpo de Dios Nuestro Señor, ya fue ciego a todo lo demás, y vivió rendido a su imagen hasta que la muerte se lo llevó como una bendición. Está siempre allí, eterno, inmóvil, y el mundo acabará antes de que él deje de gritar. ¿Por qué grita? Esa no es la pregunta. La pregunta es por qué quieres tú oírle gritar. Guárdate del ser, del demonio, del ángel, porque proceda del Cielo o del Infierno, se llevará tu alma con él.
No, Tristan nunca ha creído en los fantasmas. Pero cómo desearía que este fuera real...
Un espectro eterno.
Una leyenda de milenios de antigüedad.
Un mundo al borde de la destrucción.
¿Lo sacrificarías todo por alguien que no existe?
CÁNTICO POR UN ALMA
¿Cómo cambia la historia si la cuenta el otro bando? ¿Qué puede empujar a un héroe a convertirse en el villano? ¿Cuánto puede cambiar una historia si el Destino se equivoca al elegir...?
No era más que un niño el día que las piedras cantaron mi nombre. No era mucho mayor el día que el Destino señaló en otra dirección. «Mil años de sombra, mil años de sangre, mil años de muerte. Tres mil años hasta la llegada del Anunciado, hasta la derrota de la Dama Negra». Eso dijo el Destino cuando marcó al que devolvería la luz al mundo.
El Destino estaba equivocado.
Mi nombre es Saeth, y soy el señor de Cralewand. Soy el siervo más leal de la Oscuridad. Soy el hombre que se arrodilló ante la Dama buscando la muerte y se puso en pie convertido en un dios. Soy el que va a matar al héroe que el Destino eligió para salvarnos. Soy el que va a matar al que un día fue mi amigo.
Porque el camino a la luz pasa siempre por la oscuridad. Porque la verdad no está escrita en piedra. Porque en todas las historias, quién es el héroe y quién el villano depende del punto de vista.
TÍTERES DEL AZAR: EL SEGUNDO OCASO IV
Cinco señales anunciaron la destrucción del mundo, cinco calamidades que cubrieron la faz de Ridia de enfermedad, de oscuridad, de muerte. Y entonces llegó la última señal, la última advertencia, el último castigo: el Heraldo, a quien se conoce como el Destructor, pues fue él quien provocó el Ocaso y hundió Ahdiel en el Abismo.
Los dioses nos han juzgado, y hemos sido condenados.
Devastado por el odio y la pena, Angarad de Teilhil se ve obligado a someterse a una alianza forzada con el Imperio de Monmor, mientras ve cómo el país que heredó de su primo se desmenuza entre sus dedos. Tres de los reinos del continente están ya bajo la sombra del joven emperador, y otro se ahoga en la sangre del fanatismo. El niño-dios monmorense cree haberse asegurado la sumisión de Novana al barrer del tablero de Ridia a los señores de Laurvat; no cuenta con los nuevos jugadores que se incorporan a la partida desde las arenas del Imperio, desde los fiordos congelados e incluso desde la Otra Orilla. Sin saber que solo son peones en un juego, los habitantes de Ridia lucharán, y morirán, conforme se acerca el final de la partida.
Cuando el Destino decide jugar, es él quien impone las reglas.
Cuando quien juega es el Azar… no hay ninguna.
HIJOS DEL DIOS TUERTO
¿Quieres cambiar tu destino, Harek Haraldsson? Llegarán tras el deshielo. Llegarán sedientos de sangre, sedientos de vidas, sedientos de venganza. Y no puedes impedirlo.
¿Quieres cambiar tu destino, Loki? Tu camino está trazado. El camino hacia la traición, hacia la muerte, hacia la destrucción de los mundos. Y no puedes evitarlo.
Las nornas tejen en su tapiz el pasado, presente y futuro de los nueve mundos, entrelazando los hilos de las vidas de dioses, hombres y monstruos. Ocultas bajo las raíces de Yggdrasill, empiezan a hilvanar un hilo de oro: el hilo de un héroe, Harek Haraldsson, jarl de un clan de vikingos que se prepara para el ataque de otro fiordo con el que mantiene una deuda de sangre.
Mientras se debate entre la responsabilidad de proteger a su gente y la tentación de sucumbir a la venganza, Harek ignora que su hilo está entretejido con los hilos de los dioses. De sus decisiones dependerá el destino de los æsir y su victoria o derrota en el Ragnarök, que llegará, como los enemigos de su clan, después del hielo.
El destino no se puede esquivar. El destino no se puede cambiar. El destino es.
¿Creías que todo había terminado, cachorrito? Ahora que has derrotado a tus enemigos, en esta tierra y en la tierra de los sueños, ¿creías que podías vivir tranquilo? ¿Creías que las batallas de Lanhav y la Bruma serían las únicas que tendrías que librar? Ten cuidado, señor de Laurvat, rey de Novana. Ten cuidado, cachorrito: en Ridia no existe la paz. Los olvidados se alzan del Abismo; las sendas se abren; las orillas se unen, y tú estás en el centro de la telaraña, en el centro del tablero, en el centro de la partida. Cuando el destino decide jugar, es él quien impone las reglas.
El emperador de Monmor, que durante años ha preparado la invasión del continente de Ridia, pone en marcha sus planes de conquista empezando por la península de Ternia. El rey Adelfried de Thaledia busca aliados para impedir el avance del Imperio, y para ello trata de unir su país con Tilhia con una alianza matrimonial. Las maquinaciones del emperador-dios enredarán por accidente a Danekal de Laurvat y Dilanya del Saldellal hasta atraerlos al centro de una tela tejida por el intrigante niño, cuyos hilos alcanzan los más alejados rincones del continente.
Hay cosas que no son lo que parecen. Hay personas que no son quienes dicen ser. Hay verdades que son falsas y mentiras que son ciertas. Hay leyendas que aún no han sucedido y profecías que anuncian el pasado.
Y hay un juego. Y se acerca el final.
MI ALMA POR MI REY: EL SEGUNDO OCASO, PRECUELA II
Dos reyes.
Un trono.
Una guerra.
Cuando la lealtad choca con el rencor,
el amor muere por la traición
y el alma de un hombre se parte en dos.
«La confianza es la emoción más difícil de sentir». Traicionado por su padre y por su rey, Angarad de Teilhil se debate entre el odio y el cariño que siente por su progenitor y el enojo y la lealtad que siente hacia su monarca. Una lucha interna que desembocará en una guerra cuando sus dos señores, su padre y su rey, se enfrenten una última vez por la corona de Novana.
Pese a que ambos han jugado con su vida y lo han convertido en un títere de sus ambiciones, Angarad será el encargado de decidir hacia qué lado se inclina la balanza, tanto en el campo de batalla de Lanhav como en el campo de batalla de su alma.
El destino de Novana es el destino del mundo. Y la lucha por su destino empezó hace muchos años, su origen enterrado en uno de los secretos mejor guardados: cómo y dónde murió Diaina de Teilhil.
En un reino al borde de la guerra los destinos de un futuro rey y un esclavo parecen estar irremediablemente unidos.
El príncipe heredero de Novana, Danekal, intenta averiguar quién está detrás del atentado que casi le cuesta la vida a su padre en vísperas de la firma de un tratado con la reina de un país vecino. Al mismo tiempo deberá lidiar con los nobles que esperan la muerte del rey Tearate para hacerse con la corona, una horda invasora y sus propios fantasmas interiores.
Ajeno a ello, Kal, un hombre esclavizado por su capacidad para encauzar una antigua magia llamada Shah, pugna por liberarse de las cadenas que lo someten a la mujer que obtiene de él su poder: su Melliza.
Pese a sus enormes diferencias, el futuro rey y el esclavo descubrirán que existe entre ellos una unión, y que es mucho más profunda de lo que ambos suponen.
Ten cuidado con la Bruma. Ten cuidado con lo que esconde. Ten cuidado con lo que sueñas.
Llevamos en nuestras raíces la memoria del mundo…
Isobe de Ilhah, hermana de uno de los señores más poderosos de Novana, observa impotente cómo su hermano y señor se enfrenta al nuevo rey Tearate y conspira para arrebatarle la corona antes incluso de que pase el período de luto por el anterior monarca. Aislada en una de las fortalezas del señorío de Teilhil y condenada a ser poco más que la dama de compañía de su sobrina Diaina, una niña capaz de escuchar la voz de los árboles y leer en sus raíces su futuro y el destino del mundo, Isobe trata de quedarse al margen de un conflicto en el que su familia busca las alianzas más inverosímiles para hacerse con la corona del difunto Kevol IX.
Sin embargo, cuando el nuevo rey desaparece y la Corte de Novana empieza a sospechar que ha sido asesinado antes de que pueda ponerse la corona sobre la cabeza Isobe se convertirá sin desearlo en la pieza clave de un juego en el que el poder se gana, o se pierde, con sangre.
Este es el comienzo de El Segundo Ocaso.
La vida y la muerte de los hombres solo son movimientos en el juego de los dioses...
Issi, una mercenaria, camina por un campo de batalla cubierto de cadáveres tras una batalla entre Thaledia y Svonda. Entre los muertos hay una niña moribunda. Cuando se inclina para verla, la niña posa un dedo en su frente e incrusta mágicamente en su piel un símbolo plateado, el Öi, antes de morir. Pronto empiezan a suceder cosas inexplicables relacionadas con la muerte, e Issi comprende que no puede ignorar el Signo, puesto que el Signo no se deja ignorar, otorgándole un poder que no desea. Y poco a poco el Signo se va revelando como algo mucho más poderoso, y mucho más terrorífico, que el simple dibujo que al principio había creído que era.
Los reyes de Thaledia y Svonda quieren localizarla, uno para hacerla desaparecer, otro para utilizarla, mientras bregan en un soterrado juego de dominio. La guerra entre ambos países, las luchas internas y el juego político reflejan el conflicto que enfrenta a la Vida con la Muerte: la inevitabilidad de la Muerte y su unión inextricable con la Vida, que las convierte en enemigas y hermanas.
Cuando los dioses juegan, los hombres mueren.
Carlos Monteferro, forense, juerguista y mujeriego en su tiempo libre (y a veces también en su jornada laboral), se topa durante una de sus peores resacas con un cadáver que no tiene ningún motivo aparente para estar muerto. Y que es, potencialmente, una bomba mediática: la fisioterapeuta del equipo del milenio, que murió mientras practicaba una terapia muy poco ortodoxa a tres de los futbolistas más idolatrados de España.
A raíz de la reconstrucción de sus últimas horas de vida se fragua entre Monteferro y Javier Ayuso, portero del equipo del siglo, una fuerte amistad que les llevará a comprender varias verdades fundamentales: que no es balón de oro todo lo que reluce, que no todos los hobbits quieren salvar el mundo y que no hay que ser delantero para meter un gol.
Una historia de sexo, fama, corrupción, fútbol y amistad en la que el humor absurdo y a ratos delirante no llega a ocultar la crítica desenfadada la sociedad actual.
Virginia Pérez de la Puente junta su pluma con la escritura socarrona, hilarante y afilada de Silvia Barbeito para publicar, bajo seudónimo, la primera entrega de una trilogía desmelenada en todos los sentidos.